¿Tomamos un café?
Qué es: “Ir a tomar un café en Argentina”
Quizás la pregunta puede resultar obvia y contestarla con un simple: Es ir a un lugar en donde te sirven una bebida originaria del árbol del cafeto, cuyos granos, tostados y molidos, y en combinación con agua caliente producen una infusión de sabor cuasi amargo, de color oscuro.
Bueno, olvídense de esa respuesta. Tomar un café en Argentina es ir a declararle el amor a una mujer. Es sentir que podemos arreglar el mundo sentados alrededor de una mesa, es una invitación a volver a vivir mil anécdotas con un amigo. Un café, en un bar de Buenos Aires, tiene el poder de llevarte a donde vos quieras, de la mano de historias interminables. Invitar a tomar un café es decir: “Hola, necesito contarte algo”, o “Tenemos que juntarnos”.

Hay miles de lugares llamados Café o Bar, que en realidad son espacios de encuentro, casi como si fueran consultorios psicológicos, o en algunos casos, en bibliotecas previas a un examen en alguna facultad, y otros en permanentes oficinas, en donde se juntan clientes de incontables profesiones. Así hay zonas de abogados, en donde los cafés cercanos son verdaderos tribunales. Y otros cercanos a un cine, en donde el café se llena de críticas, opiniones, y detalles de quienes se juntaron al final de la película.
Un café en Argentina es una sucursal de un estadio de fútbol, donde el partido se vive con la intensidad apretada al verlo reducido en la pantalla de un televisor colgado de una de sus paredes. Los cafés vieron ganar finales de campeonatos, y fueron testigos de mil millones de repeticiones de esa jugada que nunca quedó claro si fue o no fue penal. El fútbol también es un gran invitado a tomar café para los argentinos.
A diferencia de otros países donde ir a tomar un café es solo cuestión de un minuto, para los argentinos, el café viene sin tiempo. Las tazas se alargan para que esa charla no termine, para que esa mirada con la chica que nos gusta, dure el tiempo que duran todas las fantasías que imaginamos.
… Dicen que hay Universos que nacieron de un café, y no de un Big Bang celestial.
Entonces, ahora que sabemos apenas un poco de todo lo que es ir a tomar un café, viene la pregunta…
¿Dónde ir a tomar un café en Buenos Aires?
Hay varias categorías de Cafés en la ciudad, están los históricos, esos cafés notables con tantos años como historias que mostrar y contar.

Están los del barrio, esos a los cuales uno va casi como si fuera una extensión de su casa.
Los de las cadenas de cafeterías, a los cuales la impersonalidad de verlos en muchos lugares, con sus sucursales idénticas y ciertamente frías, hacen que ese café tenga menos misterios que descubrir.
Y los que se ponen al servicio de dar lo mejor que puede dar esta bebida, en no solo ser el lugar para “Te invito un café” sino que se convierten en “Tenés que probar este café”
De los cafés que hicieron parte de la historia de Buenos Aires son el Tortoni, un lugar mítico que sirvió su primer café en 1858. Durante décadas fue el punto de encuentro de políticos, periodistas y poetas, con sus mesas de mármol, sus increíbles techos en estilo art decó, sus paredes donde maderas y espejos nos llevan a otros tiempos. Si hay un lugar en donde tendría que comenzar la historia del café en la ciudad, este sería el Tortoni. Avenida de Mayo 825.

O en el Café de los Angelitos, que desde 1890, se llenó de improvisados poetas y consumados artistas que usaron sus mesas como hojas en blanco de increíbles historias y olvidadas novelas. Sentarse viendo las imágenes en cuadros de todos ellos, es de por sí un gran encuentro. Avenida Rivadavia 2100.

Y cuando Buenos Aires amó a París y buscó sentirse más cerca que nunca de esa ciudad, los porteños tomaban café en Las Violetas, un lugar donde camareros vestidos como parisinos adinerados, eternas señoras que nunca dejaron que se perdiera la hora de estar juntas con sus amigas y vitrales en elegantes salones confunden el paso del tiempo. Avenida Rivadavia 3899.

El café en Buenos Aires está pasando por un momento de crecimiento y nuevas búsquedas en cuanto a valorizar esta bebida y ponerle más conocimiento al cómo se hace y bebe un buen café. En este camino es que encontramos cafés con sus baristas, expertos que nos llevan a viajar por este mundo de cafetos y cafeteras maravillosos, donde esos dibujos simpáticos o extraños sobre la espuma de un rico cappuccino hacen que la moda del café esté más activa que nunca.
Si querés hacer una recorrida en Buenos Aires por estos nuevos templos cafeteros, cuando estés por la zona de San Telmo, dentro del mágico Mercado, acercate a Coffee Town. Allí las variedades de Papua, Etiopía, México o algún otro lugar perdido del mundo, se convierten en un expreso, un mocaccino o un latte que van a cubrir tu cuota de placer. Bolívar 976.

Recordando la poción de Harry Potter, tenemos a Felix Felicis & Co donde una barista colombiana hace magia con su máquina cafetera Simonelli, y después de mezclar granos de diferentes procedencias, nos entrega un increíble macchiato just y hasta un iced latte. Lugar pequeño pero que hace grande las ganas de ir a probar. José Antonio Cabrera 5002.

Para los que estén buscando más experiencias con el café, hay un lugar que bien se hace llamar Cueva de café, y su nombre es Negro. Imposible no querer probar todas las variedades o llevarse todos los modelos de cafeteras que hay en su shop. Riquísimo expreso que combina granos de Brasil y Ecuador, o un cappuccino con avellanas, acompañado de ricas medialunas. Suipacha 637.

Por todo esto, el café es un ritual perfecto, único, irreemplazable, deseado, aquel donde nos juntamos pensando que nuestro cuerpo pide un café, pero es nuestra alma la que quiere saborearlo.

Daniel Arabia

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