A la historia también le gusta ir de compras a los mercados

Buenos Aires tiene algunos de esos lugares que buscamos cuando llegamos a otras ciudades, y son sus mercados de alimentos históricos, aquellos por donde pasaron decenas de años y millones de personas. Dicen que de los viajes también traemos de recuerdo algunas vidas, y que por eso la memoria nunca se olvida de nosotros.

Hoy te cuento de dos mercados que son muy característicos y especiales para conocer. En el antiguo barrio de San Telmo está el Mercado de San Telmo, y en otro barrio bien porteño, que es Caballito, casi justo en el centro de la ciudad, está el Mercado del Progreso.

Mercado de San Telmo

¿Cuál habrá sido la primera venta en este mercado, allá por su inauguración en febrero de 1897? ¿Quién habrá pedido el primer kilo de tomates, el pan de su próxima comida, o la carne de un asado festivo? Imposible de adivinar tantos años e historias después…

Lo cierto es que ese mercado estuvo pensado para los muchos inmigrantes que iban llegando a la Ciudad de Buenos Aires, y hoy también se llena de personas de todo el mundo, pero ahora como turistas. Es que las ganas de probar algo rico o de encontrar antigüedades como tesoros ocultos en vitrinas, logran que no escondamos las ganas de preguntar a cada paso: ¿Cuánto sale este soldadito de plomo de hace 80 años?, Noooo!!! ¿así eran las revistas de 1950?… O tener la suerte, a veces, de que ese libro que te está buscando, te encuentre.

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Mercado de San Telmo. Foto: Daniel Arabia

Las ganas de entrar al mercado son imposibles de no cumplirlas. Como en cualquier otro mercado del mundo, acá vas a visitar sabores ancestrales de la ciudad. Preparate para que el olfato sienta perfume a humedad, la vista se vuelva agitada de descubrimientos, el oído sepa que hay una canción, o un tango, que hace coherente lo que esperábamos escuchar.

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Mercado de San Telmo. Foto: Daniel Arabia

El gusto se llena de frutas, de quesos, de fantasías de un bife de chorizo que algún amigo argentino va a invitarnos a probar, acompañado con un Malbec para que todo sea gloria. Y el tacto, que te puedo decir, el tacto conocerá la aspereza de una antigua vajilla, o la locura de viajar por esa carta perdida de un amor. Todo se vende, y todo nos transforma.

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Mercado de San Telmo. Foto: Daniel Arabia

Perdón, los ojos me piden que también les diga que vean la estructura del edificio del mercado, de sus vigas, columnas y arcos de hierro, y levantar la cabeza para no olvidar su cúpula sagrada en su centro, y los techos de chapa y vidrio. Parece una galería de arte donde las obras son deseosamente posibles.

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Mercado de San Telmo. Foto: Daniel Arabia

Un tal Juan Antonio Buschiazzo fue el arquitecto italiano que diseñó bancos, hospitales, edificios y casas en Buenos Aires, y que también imaginó este mercado.

Dale, acercate cualquier día de la semana que lo encontrarás abierto, pero nada mejor que ir un sábado o domingo para que sea un paseo único. Caminalo despacio, parate, girá y volvé 2 pasos atrás, quizá te perdiste algo que nunca más lo verás. Acá hay que olvidar los momentos en donde solo importa la rapidez del tiempo. Hablá con todos los dueños de los puestos de antigüedades y sentite como en History Channel. Fijate en donde compran las carnes, verduras, fiambres y dulces los vecinos del barrio de San Telmo porque ellos son los mejores guías. Y cuando ya sabés que necesitás hacer una pausa, andá a la góndola del centro del mercado y tomate un café. El lugar es atendido por baristas y te aseguro que lo vas a disfrutar a pleno.

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Mercado de San Telmo. Foto: Daniel Arabia

Mercado de San Telmo. Defensa y Carlos Calvo, San Telmo, Buenos Aires. Abierto todos los días.

Mercado del Progreso

Un 9 de noviembre de 1889 se inauguró este Mercado del Progreso en el barrio porteño de Caballito. No se sabe si llovía, o si el sol partía en dos la calle, pero de cualquier forma no creo que nadie estuviera afuera de ese mercado aquel histórico día. Con decirte que lo bendijo un cura del barrio y que un par de bandas le puso la música incidental para ese momento.

También era un mercado de inmigrantes que tantas ganas de comer traían. Alguna historia también dice que ahí adentro hasta se juntaron tropas para una lejana revolución.

Una estructura de hierro, ladrillos, chapa, y hasta mármol sirve de vestimenta. Casi todos los puestos que hay, se dedican a la venta de muy buenas verduras y frutas, y vas a ver como los puestos que venden las famosas carnes que todos queremos, son protagonizados por maestros carniceros cuyo ritual es digno de presenciar en la compra previa a un asado.

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Mercado de San Telmo. Foto: Daniel Arabia

Casi 200 puestos de compra para dejarte llevar. Hay de quesos, jamones, panes y dulces. Y no dejes de pasar por la vinoteca Vicente, pero ahí tomá fuerza y dedicale unos minutos a buscar buenas latas de conservas, aceites de oliva, mermeladas y los mejores vinos del país. Buscate un buen Bonarda argentino, si te llevaste un paquete de pastas italianas, y dale la mano a Vicente, quizás te cuente una historia que yo seguro no conozco.

Te aconsejo que vayas practicando esta pregunta: – Señora, ¿me dice donde compro las mejores milanesas?

Las mujeres y hombres que viven por la zona son conocedores profundos de sus compras diarias y todos, como buenos porteños, y argentinos, van a tener su receta o sugerencia única y  secreta para pasarte los datos del lugar.

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Y si le faltara poco, este mercado también es escenografía para cuentos, como en El juguete rabioso, de Roberto Arlt, donde el protagonista pisó lo mismos pisos que vos caminás.

Mercado del Progreso.  Avenida Rivadavia 5430, Caballito, Buenos Aires. Abierto: lunes a viernes de 7.30 a 13 hs y de 17 a 20.30 hs; y sábados de 7.30 a 14 hs y de 17 a 20.30 hs. 

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Daniel Arabia

Daniel Arabia

De todos los camino que uno elije, la idea es quedarme con los que me llevan hacia adelante. De ser director creativo en agencias de publicidad, a ser fanàtico de la cocina, escribir cuentos, reseñas de comidas, y mientras tanto, disfrutar de una sinfonía o una ópera de Giacomo Puccini. De mis palabras, solo dejo que sean las que siento. Hay que permitirse probar nuevos sabores en cada instante, y así toda la vida será mucho más rica.
Daniel Arabia

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