Ya es un clásico de Marzo: Pantalla Pinamar, la muestra cinematográfica argentino- europea que se desarrolla en la ciudad playera y que este año celebró su décimo segunda edición a toda orquesta con focos, retrospectivas, estrenos mundiales y pre-estrenos locales. El evento se destacó este año por la nutrida delegación local y por contar con invitados de la República Checa, Polonia, España e Irlanda que no solo se empaparon de lo mejor de nuestro cine sino que también pudieron degustar nuestros renombrados productos como el queso, el bife y el famoso vino argentino, en este caso en sus versiones Malbec y Pinot Grigio de Bodega Argento.
Antes de ir sobre algunos detalles de esta edición quiero contarles primero cómo es la cotidianeidad de un festival de cine porque eventos así no son solo para ver películas que probablemente no tendremos oportunidad de volver a ver (2, 3, 4, 5 – mi record- y supe de alguien que vio 6) sino también para intercambiar opiniones e interactuar con personas que difícilmente nos cruzaríamos en nuestro día a día.
Los años de experiencia me hacen distinguir a un festival de cine en tres “espacios”. Los espacios profesionales y formales en los salones destinados, por ejemplo, a las conferencias de prensa y/o anuncios. Los espacios semi-formales como los de los cócteles (que en Pinamar se destacan especialmente) y los espacios de encuentro casuales que son los que generalmente más me atraen. Estos últimos en Pinamar son el hall del cine Oasis y también los restaurantes y cafés donde cinéfilos, apasionados del cine, realizadores, productores, periodistas de la Argentina y el exterior conviven en un hermoso ambiente de armonía posibilitado por el entorno de esta ciudad costera que deleita con sus árboles y su olor a pino.
Una de los aspectos que más me gusta de Pantalla Pinamar es su ambiente de cordialidad y, fundamentalmente, eso de salir de las salas y sentir un poco la naturaleza: ya sea a través de sus aromas o de la brisa marítima que, aún cuando sople fuerte, no deja de ser un condimento particular e incluso, una película en sí misma. Es que sentarse unos minutos a contemplar el paisaje circundante en algún parador o barcito-café dentro de la ciudad (con sus árboles y arbustos entre casas que algunas parecen sacadas de cuento) puede ser tan gratificante como ver una buena película. Por otro lado, como el evento se desarrolla en el ocaso del verano y, por ende, en el final de la temporada, la circulación, ya sea a pie o en automóvil, es distinta al mes de enero y/o febrero lo que distiende y relaja a los asistentes. Ese clima distendido se expande por todas las zonas del festival pero esto no significa que las actividades y los horarios programados no se respeten. De hecho, el mismísimo Embajador de Suiza en la Argentina destacó la puntualidad de esta edición en la Ceremonia de Clausura.
Esta organización, que funciona cual reloj suizo, es la impronta que le da su director y alma mater: Carlos Morelii. Hombre de cine, del periodismo y amante del buen comer (cualidad que se percibe en los distintos momentos del evento) Morelli se hizo famoso por conducir, junto a Rómulo Berruti, el mítico ciclo televisivo Función Privada. En su curriculum también tiene el privilegio de haber sido honrado en el Festival de Cannes con una distinción entregada en una ceremonia privada.
En lo que a las películas específicamente respecta, sin dudas, uno de los puntos altos de esta edición fue la presentación de 1916: La Rebelión Irlandesa, un documental de Pat Collins y Ruan Magan. Pat Collins es un reconocido documentalista que se ha destacado por sus retratos sobre otros artistas como el músico Gabriel Byrne, el reconocido cineasta iraní Abbas Kiarostami y el artista visual Tim Robinson, entre otros. Ruan Magan es un prolífico director de series documentales. A la proyección en Pinamar asistieron el Embajador de Irlanda en la Argentina, Sr. Justin Harman, junto a la productora del film Briona Nic Dhiarmada de trayectoria no solo en la realización sino también en la Academia. Esta, en conferencia de prensa, sostuvo que uno de los puntos fuertes del documental, más allá por supuesto de su contenido, es la presencia del astro Liam Neeson que oficia de narrador.
Otro país que se destacó este año fue la República Checa. Un plato fuerte en este sentido fue la proyección de Una película de familia (Rodinny Film) de Olmo Omerzu que contó con la presencia de una de sus actrices protagónicas Jenovéfa Boková. Esta joven actriz, con gran futuro, dio datos precisos de la filmación que tuvo una particularidad: contó con la presencia de un perro que en realidad, cuestiones del cine mediante, fueron como cinco. Es que la trama de la película (basada a su vez en una crónica de la vida real) narra el devenir de un matrimonio con hijos y buen pasar en República Checa que ve su día a día afectado para siempre cuando decide irse a navegar a Java junto a su mascota. A tales fines, el rodaje se desarrolló en República Checa y en Tailandia.
Dicen que a veces los mejores vinos son aquellos que se dejan añejar. Esto aplica para la película Una Invención Diabólica de Karel Zeman de 1958. Basada en una novela de Julio Verne, esta obra maestra de la animación cuando no existían las computadoras se proyectó a sala llena con la presencia del Embajador de la República Checa en la Argentina Petr Kopřiva, el Consul Milan Frolan y Ondrej Beranek uno de los productores encargados de la restauración del film que tuvo su premiére mundial apenas unos meses atrás en el señorial festival de cine de Karlovy-Vary y que Pantalla Pinamar acercó a los espectadores por primera vez en la Argentina. La película, sostienen, fue una inspiración para el clip de Los Beatles, Submarino Amarillo (Yellow Submarine).
De Italia, el público disfrutó de la película Nadie se salva solo (2015) del director y actor Sergio Castellito. El foco de la historia está puesto en una pareja de profesionales jóvenes que intenta sacar adelante su relación mientras intentan educar a sus hijos y se dirimen con sus propios conflictos y fantasmas internos. De tono costumbrista, el film de Castellito es también un freso de época. Pero Francia es generalmente el país que más ahonda, y a veces de manera cruda, en los conflictos amorosos y personales y como estos se traducen en problemas sociales. En este sentido, puedo mencionar a A la sombra de las mujeres de Philippe Garrel o Nuestras Mujeres de Richard Berry que contó con la presencia del realizador en la sala. Este se mostró simpático frente al público y dijo que estaba contento de que hubiera un bebé en la proyección porque cuando este le preguntara a su mamá cuál fue la primera película que vio esta quizás diría “una de Berry”.
España es casi un socio vitalicio de Pantalla Pinamar y este año estuvo presente en la película de clausura: 8 apellidos catalanes. Muchos de ustedes seguramente recuerden 8 apellidos vascos, una de las películas más taquilleras en la historia del cine español, pues bien, el mismo equipo y los mismos actores dan cuerpo esta vez a una suerte de continuación ambientada, claro, en otro lugar: Cataluña.
De Argentina se proyectaron varias películas como El Clan de Pablo Trapero, La Patota de Santiago Mitre y Eva no Duerme de Pablo Agüero, presente en la clausura junta a Sabrina Macchi que interpreta al cadáver de Eva Perón. Esta última se llevó el Premio Balance, una elección que surge del voto de los periodistas especializados y el público en general.
Novedad, historia y revisión pueden ser algunas palabras para describir a este fantástico evento que cada año crece en calidad, cantidad de espectadores (un 95 % de ocupación se registró en las salas Oasis este año) y que aglutina lo mejor del cine europeo, local e internacional. De hecho, en la ceremonia de clausura se sugirió que el año que viene uno de los focos podría ser Australia. Pantalla Pinamar, en expansión y por muchos años más.
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