En el calendario no hay muchos otros días como éste que nos sirvan de excusa para brindar junto al viejo, recordarlo quienes ya no lo tienen o inaugurar ese primer Día del Padre cuando se debuta como tal.
Y cada festejo, cada encuentro, cada reunión, merece un vino especial. ¿Qué comprar? ¿Qué tener en cuenta para hacerle honor a una fecha como ésta? Sea en grupo multitudinario, con la familia o solos los dos, dime cómo festejas, te diré qué descorchar.
SOMOS MIL
Es el escenario comodín. Papá, hijos, abuelos, tíos, vecinos y el amigo que se suma cada domingo que se promete asado. Esta reunión ya plantea desde el vamos una de las claves: varias botellas morirán en combate. Entonces elijamos vinos distintos; nada de ‘deme una caja de tal o cual’… si vamos a comprar seis botellas, que sean seis diferentes.
La otra clave jura que el encuentro se va a dilatar por horas, así que mi recomendación es la de buscar vinos fluidos, amigos del bolsillo, jovencitos y de alcohol bajo. Un Malbec jugoso como el Esquinas de Argento 2015 puede ser un gran punto de partida.

Un dato más: la previa del asado es la oportunidad para preparar un clericó casero bien fácil. En una jarra agregamos un tercio de frutas cortadas en cubos grandes (en esta época, usemos manzana roja, banana, naranja en rodajas y las últimas uvas de la temporada), una cantidad generosa de azúcar y media botella de algún vermú blanco. Si tenemos tiempo, lo dejamos macerar toda la noche en la heladera. A eso le incorporamos una botella de vino rosado y completamos la jarra con soda.
SOMOS NOSOTROS DOS
La ocasión lo amerita: hay que descorchar un gran vino que le guste a papá. Si no es ahora, ¿entonces cuándo? Acá el asunto está en reconocer qué es lo que prefiere el viejo. Si le gustan los tintos intensos que dejan huellas violetas en los labios, ese Syrah de boca dulzona y nariz amigable o el Bonarda que disfruta ‘asustado’ con un chorrito de soda. En definitiva, es su día, así que no vamos a llevarle la contra. No, al menos, hoy.

Hay una alternativa que podríamos reservarla solo si papá es un verdadero sibarita. Vamos a la vinoteca amiga y armamos una cata vertical de su vino preferido. Tres o cuatro botellas, no más, de la misma etiqueta pero en distintas añadas. Ese Cabernet Sauvignon que sabemos que lo puede, su caballito de batalla, y lo conseguimos en, supongamos, cosecha 2016, 2015, 2014 y 2013. Y esa noche los descorchamos a todos juntos, en copas separadas y, entre charla y charla, disfrutamos cómo los años lo volvieron a él, a nosotros y a ese tinto, mucho más sabios.
SE SUMA EL ABUELO
Si el abuelo es de la partida, el juego se pone bueno.
En los últimos años, el estilo del vino argentino ha cambiado drásticamente. Las botellas que el abuelo solía beber olían a la madera, a la sabiduría del tiempo; los tintos eran más livianos y difícilmente se encontraran rastros tintísimos en el fondo de una copa vacía. Digamos que poco y nada queda de ese perfil, pero para una ocasión como ésta podríamos replicarlo de una forma muy fácil.
Vayamos a la cava, si es que tenemos una, o a la vinoteca, y busquemos la añada más vieja que exista, esa que quedó olvidada para vaya uno a saber cuándo. Descorchémosla. Podemos decantarla, si es que son amigos de ese hermoso florero de vidrio transparente que queda lindo en la mesa y nos complica la vida para enjuagar. Tomémonos el tiempo de ver cómo se despliega en la copa, como se desperezan esos tonos anaranjados de la edad, cómo evoluciona tras cada minuto. Y disfrutemos el tiempo con el abuelo, que de eso sabe mucho.
ES EL PRIMER DÍA DEL PADRE
Dormiste mal ayer, la última semana estuvo repleta de noches interrumpidas y, lo sabés, hoy el escenario no va a ser muy distinto. Acá viene bien un auto regalo, meritorio por el trabajo hermoso (pero trabajo al fin) de ser papás.

El Cabernet Franc sigue firme en carrera. Una cepa de perfume dulce como la Malbec y una boca un tanto más áspera, más rugosa, y que entrega hoy en día alguno de los tintos más intrigantes de la Argentina. El Argento Reserva Cabernet Franc es un tintazo perfecto para mitigar un almuerzo de días frescos en otoño; si hay lentejas, carnes salvajes, pastas rellenas y muchos carbohidratos, no lo dudes.
¿Y para el postre? Sí, el descorche final debe necesariamente ser a base de espumosos. En los últimos años, Argentina ha abierto infinitamente el abanico de alternativas, incursionando en distintos momentos de cosecha, niveles de azúcar residual, combinaciones de cepajes y métodos de elaboración pero, lo mejor, es que es prácticamente imposible encontrar algo que no nos guste.
Démonos el gusto. Total, si el almuerzo fue demasiado intenso, hoy sí podemos implorar por una merecida siesta.


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