Comer: el mayor de los placeres

Cualquier restaurante porteño que está en la misma esquina por más de treinta años merece la visita de todos. Plaza Mayor es una parada obligada en Buenos Aires para todos aquellos que gustan de recorrer las ciudades y sentarse a una buena mesa para adentrarse en sus gustos y costumbres.

La ciudad de Buenos Aires tiene infinidad de rincones gastronómicos para descubrir y la mayoría de ellos están teñidos por la inmigración. Ya sea porque sus dueños son extranjeros que llegaron el siglo pasado, por influencias de antecesores o, simplemente, porque la cocina del Viejo Mundo forma parte ya de la costumbre porteña. Es más, hay toda una cuestión alrededor de la existencia de una cocina local, y en su mayoría, los platos a los cuales se refiere evocan al viejo continente.

Esto no quiere decir que en todas las cantinas, trattorias, pizzerías y mesones españoles se coma como se debe. Hay que saber elegir, sin caer en la tentación de las modas. Porque el auge del vino ha empujado a un sin fin de restaurantes, algunos de los cuales ya no existen. Para comer bien, no se trata de una buena puesta en escena y estar a la moda, sino más bien de ser consistente con la propuesta, sentir esa cocina como propia es la única manera de que los platos lleguen a las mesas con ese toque especial que hace que las ganas de volver sean naturales. El tiempo o la antigüedad por sí solos, no son suficientes. Es el éxito a lo largo del tiempo lo que marca la diferencia. Y ahí es donde Plaza Mayor se postula como uno de los pocos restaurantes españoles consagrados de la city porteña, y uno de los secretos mejor guardados para los turistas que diariamente caminan por San Telmo.

Restaurante Plaza Mayor: Cocina española de tradición porteña 

Ricardo Yahbes lo fundó en 1982. Y si bien en aquel entonces tenía varios socios hispanos, este empresario industrial se quedó con el negocio a fuerza de trabajo, pasión y un paladar privilegiado. Y algo que empezó por hobby, se convirtió en el principio de un gran negocio de familia. El destino quiso que su hijo Federico largara sus estudios de química y se sumara de lleno al negocio de la mano de su padre. Comenzó siendo mozo, luego encargado de la barra, después responsable de las compras. Y cuando en su cabeza había más productos y platos que fórmulas, colgó los libros y se lanzó de lleno a la aventura gastronómica. Está ahí desde hace 30 años. Hoy, claramente es el que lleva las riendas y el que siempre está. “Esa es una de las claves de éxito” afirma Federico.

Antes de hacerse cargo de Plaza Mayor, viajó por todo el mundo para cocinar y aprender. Estuvo en los Estados Unidos, México, Chile y en distintas ciudades de España como Toledo y Sevilla. Confiesa que lo de él son las tapas, de las que se enamoró perdidamente en el País Vasco. Federico recuerda mucho a su abuelo, un importante anticuario, porque fue en su casa donde aprendió a comer bien. Esto, y estar siempre trabajando al lado de su padre, lo forjaron como el cocinero y propietario que es hoy.

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Federico Yahbes. Dueño de Plaza Mayor.

Su Plaza Mayor no quiere estar a la moda y tampoco quiere causar impacto a los comensales. La intención es tan simple como contundente: ser fieles a sí mismos y mantener la calidad alcanzada a partir de la experiencia de tantos años. No es un lugar que salga en la televisión, ni en las revistas, ni tiene redes sociales. Pero sí lo van a poder encontrar en muchas guías de restaurantes. Y aunque no se destaque por su buena relación con los críticos gastronómicos, las reseñas siempre reflejan la calidad de lo que ofrece.

Es un restaurante más pensado para los ciudadanos que para los turistas que están de paso. Y esta es otra de las claves, porque todos allí trabajan para que el cliente vuelva pronto. Y esto, para cualquier turista, es una garantía, porque si los lugareños comen allí a menudo, por algo debe ser.

Sin dudas, en estos tiempos de la Argentina, el tema de los precios se ha convertido en una de las variables más importantes a la hora de elegir un lugar. Plaza Mayor nunca dolarizó sus costos, y por lo tanto ofrece una relación calidad-precio tan destacable como sus platos, que por lo general son abundantes y se pueden compartir. Los mozos son los de siempre y saben muy bien cómo guiarlos a lo largo de la comida. En las mesas se puede ver a empresarios durante la semana y es más familiar durante la noche y los fines de semana. Las nuevas generaciones, aquellos que venían con sus abuelos y padres, comienzan a regresar, solo que ahora con sus amigos, parejas o hijos.

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Mozo en Plaza Mayor

A Plaza Mayor se va a comer bien. Por eso, una buena oportunidad para conocerlo es luego de una exhausta recorrida por San Telmo y sus anticuarios. Llegar allí pasado el mediodía o bien cuando cae el sol. En Plaza Mayor se destacan las tapas que son la debilidad de Federico quien solía hacerlas personalmente en ocasiones especiales y vestido de traje, y las terminaba sirviendo directamente en las mesas. Hoy son un must de la casa y se hacen en el momento bajo su supervisión. Por eso, lo mejor es empezar con una selección que trae ocho tapas, desde callos a la madrileña y gambas al ajillo, hasta tortilla española (hecha con 25 huevos y 5 kilos de papas seleccionadas), empanada y pulpo a la gallega, entre otras pequeñas tentaciones. Imperdibles también los pimientos del piquillo rellenos. Para un mejor comienzo, se puede matizar la espera con una sidra tirada; mejor si es por el dueño.

Comida española con vinos argentinos 

La carta de vinos es amplia y consecuente con la propuesta del lugar. Hay etiquetas consagradas y vinos que se lucen en la mesa, sobre todo con una propuesta culinaria tan variada como la de Plaza Mayor en la que abundan pescados, frutos de mar y arroces, junto con carnes y aves, y hasta puchero bien español. Todos bien descriptos en una simpática carta con forma de abanico andaluz que hace juego con la gran cantidad de abanicos enmarcados y colgados en las paredes, junto con antigüedades, espejos, cuadros y fotos en las que se puede ver a los propietarios con personalidades del mundo entero que pasaron por el salón a disfrutar de sus delicias.

Para los que prefieran el mar pueden optar por una brocheta de langostinos, pulpo a la parrilla o las gambas Plaza Mayor (imperdibles). También hay calamaretis fritos, cazuelas de caracoles, y unos mejillones a la Recanati. Cualquiera de esos platos va ir muy bien con el Argento Pinot Grigio porque es refrescante y tiene un buen volumen. Además, por su perfil austero no interfiere con la diversidad de sabores y texturas de cada plato sino que se suma y acompaña en silencio, permitiendo así un mejor disfrute. Para los que prefieran los arroces, hay con camarones, con pulpo, con calamares, con mariscos y hasta paella de verduras. Ahí, un rosado será el más agradable, siguiendo las costumbres valencianas. Y el Argento Malbec Rosé, fresco, vivaz y con cuerpo equilibrado, es una muy buena alternativa.

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Tapas españolas y Argento Pinot Grigio

Se sabe que la cocina española también se identifica con las carnes y más las de cerdo. Por eso, seguir con cochinillo es lo más aconsejado. También, se puede optar por el cordero patagónico relleno o algo más clásico como bife de lomo o de chorizo en su punto, o bien, el afamado pollo Plaza Mayor. Para todos estos platos, y para celebrar a nuestra cepa bandera, lo ideal será un Malbec. Como el Argento Reserva, un tinto amable, expresivo, frutal, con cuerpo y equilibrio. Un vino muy reconocido en el mundo por su tipicidad varietal. Y si son varios a la mesa y no alcanzó una botella, la segunda vuelta puede ser a mano del flamante Cabernet Franc, un tinto consistente, ágil y refrescante.

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La carta de postres es bien variada, y el ambiente es propicio para la sobremesa. Pero hay algo que para los porteños es sagrado; el pan dulce de Plaza Mayor, que se hace todo el año. Pedir una porción y acompañarlo con un Argento Brut Nature es un final de película. Y si se busca algo más fresco, no se pierdan el helado de pan dulce, único en el mundo.

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Pan dulce de Plaza Mayor

Recuperar fuerzas del paseo y preparar la próxima salida. Luego de comer en Plaza Mayor queda claro por qué la buena cocina española es parte de la cultura gastronómica argentina. Y para no extrañar tanto, se pueden seguir Los Secretos de Plaza Mayor por la web , un programa muy divertido donde Federico cocina en vivo dos recetas de su restaurante.

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Fabricio Portelli
Fabricio is passionate about the wines and drinks, and fortunately lives in a great country producer. This allows him to further develop his passion and deep his knowledge about wines, especially the argentine wines. He has a Marketing and Communication Degree but also he is a Sommelier, so he find in “the wine” his perfect partner. Fabricio writes about wine, he has been writing for different magazines and also had his own: El Conocedor. Now, he runs his own multimedia (www.fabricioportelli.con & Lado V Tv) dedicated to the dissemination of the culture and nobility of the wine. And, as the same of wine, he believes that every new year he has the opportunity to renew his challenges, as every wine new vintage.
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