Eso lo sabemos: sobre la mesa tendrá que haber tintos, blancos ácidos (de esos divinos para descorchar a la tardecita) y algún que otro rosado, por qué no, pero lo cierto es que el espumante es un clásico que, definitivamente, no puede abandonarse en las fiestas.
¿Sos el responsable de elegir los vinos espumantes para Navidad y Año Nuevo y sentís que la góndola va a comerte? Tranquilo, amigo, acá te detallamos los 10 mandamientos vínicos para hacer una compra segura y no flaquear en el intento.
1- Primero lo primero: le decimos ‘espumante’ o ‘espumoso’, no ‘Champagne’. Champagne es una región francesa que protege un estilo de elaboración: solo los vinos de allí, elaborados bajo la supervisión de un organismo auditor, pueden llevar esa insignia en la etiqueta.
2- Dicho esto, vamos a ir a las bases. Lejos de las gasificaciones que encontramos en los frizzantes, acá las burbujas se obtienen a partir de una segunda fermentación.
¿Hacemos memoria? El vino es jugo de uva fermentado, en donde la levadura ‘come’ los azúcares de la fruta y los transforma en alcohol y dióxido de carbono… un vino espumoso parte de un vino sin burbujas, y vuelve a fermentarse, esta vez en un entorno cerrado para que ese dióxido de carbono se disuelva en el líquido.
Entonces, existen básicamente dos caminos por los que llegar a un espumante, todo dependiendo de esta segunda fermentación. O bien podemos hacerla dentro de una botella, o bien en un gran tanque de acero inoxidable. Esto nos sirve para entender que el primero de los métodos (conocido como champenoise o ‘método tradicional’) es más costoso, más largo y suele entregar vinos más gordos y voluminosos en la boca y con burbujas finitas; el segundo método, en cambio, deriva en espumantes súper frescos y de mayor acidez, perfectos para dar el puntapié inicial a la velada. Tenelo en cuenta al momento de comprar.
3- Cuando el espumante está elaborado con uvas tintas (muy usual el Pinot Noir, pero también hay algunos interesantes a base o con proporciones variantes de Malbec, Syrah o Bonarda), podemos perfectamente animarnos a subir la apuesta gastronómica.
La tradición jura que el vino espumante es sinónimo de recepción y brindis, pero cada vez más se entiende que, por su versatilidad, los muchachos son muy cancheros para acompañar la cena de pe a pa. La incorporación de mayores porcentajes de Pinot Noir, entre otros factores, ha ayudado mucho en la tarea. Pero para hablar de maridajes podemos escribir una enciclopedia, así que no, mis amigos, eso será tema de otro posteo. Tengan paciencia y estén atentos.
4- Para esta época de año, la temperatura de servicio de un espumoso nunca debería ser superior a los 5 o 6 grados centígrados. Frío. Mucho frío. Por eso hay que ser previsores y, aunque admito ser un sommelier relajado, acá no cedo: una buena temperatura marca la diferencia. ¿Entonces? Sé previsor, tené a mano una frapera (o un balde de buena capacidad) y hielo. Este último, en abundancia. Pensá que la temperatura ambiente a veces puede jugarnos una mala pasada, así que siempre es preferible pecar de fríos (que no se me escuche, pero un ratito previo de freezer puede ser la gloria misma) y esperar a que el mismo entorno le suba la temperatura, antes que iniciar una noche con el vino caliente.
5- Para sumarle un dato al tip anterior: la frapera perfecta lleva 2/3 de hielo y 1/3 de agua fría. Y un puñadito de sal (o la botella envuelta en un paño mojado) si necesitamos hacer un enfriado exprés.
6- ¿Cuánta bebida calcular? En realidad, depende de muchos factores, pero supongamos un poquito más de media botella por persona. ¡Ojo! Si son noches de mucho calor, se va a beber más. Generalmente los hombres consumen más que las mujeres… aunque la regla, como decía Tusam, puede fallar.
7- ¿Brut Nature, Extra Brut o Demi Sec? Brut Nature es el más seco de todos (menos de 3 gramos de azúcar residual por litro), y vale la pena disfrutarlo solito. Brut y Extra Brut (entre 8 y 15 gramos) son alternativas intermedias que van bien con casi todo. Los Demi Sec son más dulzones (entre 15 y 40), e ideales para cocteles (que los hacemos con menos azúcar).
Ante la duda, con el Extra Brut no vamos a fallar.
8- Cooooooooooopas, otro de los temas. Primero fueron las chatas y de boca ancha, ésas a las que el barman les dice ‘pomeleras’. Después, la tulipa, la alta, esbelta y de cáliz alargado. Hoy podemos elegir confiados los mismos copones que usamos para vinos tintos o blancos. La prueba está en que a los máximos exponentes burbujeantes les queda pintado un espacio grande para moverse y agitar sus aromas. Si el descorche es de una gran etiqueta, aunque tenga burbujas, anímense al copón.
9- Hay pocas excepciones de espumosos que mejoran con el paso del tiempo. En la mayor parte de los casos, lo óptimo es beberlos en cuanto los encontramos en la góndola. Si no existen motivos fuertes y, sobre todo, si no tenemos un buen espacio de guarda… ¡a disfrutarlos rápido entonces!
10- El último tip es imprescindible: seamos responsables. Disfrutemos pero con conciencia, así al día siguiente la cabeza no estalla y los festejos resisten sanos y salvos.
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